MIRROR MIRROR es un proyecto expositivo que surge a colación de la popular pregunta
¿Quién es la más bella del reino?
Una exposición que habla de cómo nos vemos y cómo la sociedad actual nos obliga a mostrarnos. La frase del cuento, en que la malvada bruja pregunta al espejo, ¿»Quién es la más bella del reino»? se ha vuelto una imposición diaria en la sociedad del siglo XXI, cargada de falsedad y presión.
El “efecto espejo” en psicología se atribuye al psicoanalista Jacques Lacan, interesado en analizar la identificación de nuestra propia imagen y la formación del autoconcepto. Una investigación que se centró en grupos de trabajo compuestos por bebés entre 6 y 18 meses, donde se descubre que les gusta su propia imagen y eso les genera un bienestar, pero que tal reconocimiento parte de la comparación con el modelo visual de sus cuidadores.
Por lo tanto, el “efecto espejo” se ampliaría a las relaciones sociales e interpersonales. En Freud el yo es justamente eso: una superposición de identificaciones imaginarias. De todo esto Lacan deduce: “esa primera identificación ante el espejo es clave para la formación del yo, y es literalmente originaria y fundadora de la serie de identificaciones que le seguirán luego e irán constituyendo el yo del ser humano”. “Esa es la matriz del yo ideal; y: eso jamás se alcanza, a ese lugar tras el espejo en el que todo va bien solo podrá tenderse, a lo sumo, asintóticamente”.
Un Yo ideal que se ha convertido con la vorágine de las redes sociales en la meta a mostrar, en una época en que la imagen que nos devuelve el espejo es una distorsión filtrada con el fin de agradar, atrapar, y convencer a una legión de desconocidos de que nuestra vida es un cúmulo de situaciones y experiencias perfectas. El espejo real, ese que nos devuelve la imagen sin tapujos, ha pasado a mejor vida. Nuestro reflejo ha cambiado radicalmente en este siglo.
Abel Anaya, Ana Juan, Atthram, Carol Solar, Clara S Prous, Dafne Artigot, David Trullo, Enrique González, Erick Miraval, Eva Alonso, Fran Carranza, German Gómez, Iván Federico Wenger, La Sindicalista, Melchor Balsera, Parafiliarte, Penélope Clarinha, Pepé Domínguez, Sfhir
Enrique González
El arte clásico ha explorado de múltiples maneras la compleja relación entre la mirada y el deseo, entre la observación y la percepción del observado. Una de las representaciones más fascinantes y cargadas de significado es la imagen de personajes que miran a través de un agujero, una ventana o una abertura, estableciendo un juego de miradas que oscila entre el voyeurismo y la intimidad.
En estas obras, la mirada a través de un agujero no es solo una acción física, sino un símbolo de curiosidad, deseo y, en ocasiones, de transgresión. Los personajes que espían desde la oscuridad son observadores secretos, que se sumergen en la contemplación de escenas privadas, sin ser detectados. Este acto de mirar sin ser visto confiere al espectador un poder silencioso, una sensación de dominio sobre lo observado, que a menudo refleja las complejidades del deseo humano.
Pepe Domínguez
Las líneas que separaban lo público y lo privado hace tiempo que se han disuelto, especialmente con el auge de la tecnología, los medios de comunicación y la cultura del espectáculo. La modernidad, con sus avances tecnológicos y culturales, ha transformado la experiencia humana, erosionando la distinción entre lo íntimo y lo compartido o expuesto al público. Lo que antes era privado ahora se expone públicamente a través de redes sociales, reality shows, y la constante vigilancia mediática. A su vez, el «mundo exterior», la avalancha de imágenes, información y estímulos del entorno público ha invadido el «espacio interior», es decir, la mente y la vida íntima de las personas, transformando el propio cuerpo y convirtiéndonos a su vez en espectáculo a ser consumido, en una eterna cadena que se retroalimenta.
En esta «sociedad del espectáculo», las imágenes y representaciones (como las de los medios de comunicación, la publicidad y la política) reemplazan la experiencia directa de la realidad, haciendo que la vida misma se convierta en una especie de teatro donde la verdad es solo un «momento» pasajero dentro de una construcción más amplia de falsedad. Hazte viral, conviértete en un meme, que todos sepan lo divina o miserable que es tu vida, pero que siempre sea más que la de el de al lado, no basta con los mínimos, se debe buscar la excelencia, destacar en la degradación.
Lo creemos verdadero, pero no podemos apreciar sus deformaciones, tanto más en cuanto más inmersos, más cerca estamos, y considerándolo cierto, lo tomamos como reflejo de nuestra identidad, lo asimilamos y cambiamos en consecuencia, y es así como se da un trasvase de distorsiones de los media a nosotros mismos, aceptando como propias, perniciosas ideologías lanzadas por gurús, influencers y popes de los mass media: antivacunas, racismo, terraplanistas (…). Tal vez sea el momento para dejar de mirar en el espejo y ser más conscientes de lo que se encuentra alrededor.
Eva Alonso
Combina un estilo de dibujo y pintura de gestos rápidos y pinceladas casi frenéticas buscando captar esos instantes de energía de los personajes, esos momentos de muecas y sonrisas forzadas. Sus influencias provienen de los cómics de los años setenta y ochenta, de revistas que acompañaron su infancia y adolescencia como Totem, El Víbora y Creepy, y de artistas como Moebius y Robert Crumb. Estos elementos alimentaron un lenguaje visual que ha mantenido a lo largo de su vida. Su estilo ha ido evolucionado a lo largo de su carrera, acercándose cada vez más a un método menos rígido en el que combina ingenuidad y sarcasmo a partes iguales.
Como apasionada del género de terror, en su trabajo son constantes las alusiones a películas, música y literatura del estilo. Este interés se mezcla fácilmente con temas religiosos, permitiéndole utilizar el humor y la parodia en contraste con sus figuras de inspiración caricaturesca.
SFHIR
A través del espejo aborda una reflexión sobre la identidad en un juego intercomunicativo con el visitante. Los personajes de esta serie se contemplan de un modo introspectivo, ¿acaso hay acto más íntimo que un ser humano observando su propio reflejo, modulando su gesto descifrándose a sí mismo?
El espejo nos ofrece una quimera: la promesa de concebir cómo es la mirada ajena sobre sobre nosotros. ¿Hay algo más vergonzoso que ser descubierto observándonos cuando nos creemos a solas? El espectador participa como sujeto voyeur, y en este intento de leer al otro se refleja también a sí mismo. Objeto mágico, narcisista, siniestro, espejos a los que tratamos de engañar, que nos devuelven nuestra propia imagen de una forma despiadada, y que son prueba inequívoca de nuestra propia consciencia.
Ana Juan
Mi reflejo anda a mi lado es mi verdad y mi mentira, el veneno que me consume y el antídoto a la vez.
La Sindicalista
GUIO CHAINS (GUIOMAR BARCENILLAS)
En un mundo artificioso como el digital, el ser humano se corrompe en la búsqueda de “likes” constante. Esta necesidad de amor, sea cual sea su calidad, refleja el miedo a la soledad, a la no pertenencia, nuestros miedos más atávicos.
Una vez más buscamos amor en vez de vivir en amor, buscamos la aprobación externa. Con ello las redes sociales han encontrado el negocio perfecto: todo por un “like”.
Gels Caletrío
Lo Monstruoso y Lo frágil comprenden dos visiones que siempre ha tenido la artista sobre sí misma y que muestra poniendo en valor no solo las imágenes creadas, sino también los materiales que las conforman.
El autorretrato es una forma de mirarse, de contemplarse a una misma, de reconocerse no solo en carne y hueso. Por eso se trabaja con la propia imagen, el reflejo en el que se buscan las manchas, las líneas y donde la artista se desdobla en las fotografías.
Mirarse a un espejo que se distorsiona. A veces aparecen cuernos, a veces brazos que atraviesan el torso. En ocasiones mi rostro es una amalgama de ojos, siempre en estado de alerta.
“Yo veo al monstruo, soy ese monstruo”. El cuerpo troceado, un puzzle de carne, refleja lo que desde años somos, porque al final todos los seres humanos escondemos uno en nuestro interior. Ese monstruo es robusto mientras que Lo frágil es pequeño e insignificante, es ligero como el papel.
Cris Mareza
Como artistas, reflejamos las luces a nuestro alrededor y de nuestro interior en los espejos rotos de nuestras heridas. Las miradas de los demás se buscan en el arte que hacemos y como artistas ansiamos esas miradas y tratamos de brillar para ellas.
Con esta obra se pretende hablar de la relación artista – espectador y del baile que se genera entre ambos deseos: el de mirar y el del objeto de miradas.
La obra está inspirada en la canción “Mirrorball” de Taylor Swift.
Alejandro Quintano
EL LOCO DEL PELO RIZO (ALEJANDRO QUINTANO)
La obra explora el mito de Medusa como una metáfora de la percepción personal y la transformación interna. Medusa, representada con su silueta sin rostro en un neón verde sobre un espejo, permite al espectador reflejarse y enfrentarse s su propia imagen. Esta instalación invita a cuestionar la relación entre nuestra identidad y nuestros miedos, evocando la historia de Medusa, una mujer transformada en monstruo por un error.
Al reflejarse, el espectador se convierte en protagonista, confrontando la idea de cargar con los monstruos interiores. Sin embargo, podemos usar nuestra no para petrificarnos en el pasado, sino para reconocernos y cambiar.
Sergio Sánchez y Cris Mareza
Mímesis, como su nombre bien indica, hace alusión a la capacidad de mímesis que tenemos en la sociedad, la capacidad de camuflarnos para habitar ciertos espacios y cómo a veces este mimetismo supone reflejar la realidad de los demás.
Como los pulpos, utilizamos esta habilidad como técnica de supervivencia.
Con el corazón, se representa esa autenticidad y vulnerabilidad humana que permanece a pesar de todo.
Penélope Clarinha
El arte costumbrista, tradicionalmente asociado con la representación de escenas cotidianas, se reinventa en la era digital para explorar la proximidad social y la imagen que proyectamos en redes sociales. Estas obras capturan la paradoja de la hiperconectividad actual: estamos más cerca que nunca a través de pantallas, pero las imágenes que compartimos suelen ser una versión idealizada de nosotros mismos. Las obras buscan cuestionar la autenticidad y la profundidad de la conexión en un mundo dominado por la superficialidad y las apariencias.
Francisco Carranza
Narcotic Portrait es una obra que pone en cuestionamiento el abuso del retrato en aplicaciones sociales, perfiles de redes y personalizaciones de dispositivos, los cuales suponen una profundización de uso, de modo desmesurado y/o exacerbado. Desde su aparición como genero pictórico, el retrato jamás ha sido tan prolifero, necesario y esclavizante. Su aparición 24 horas en vivo y online está desgastando su profundidad, resaltando más que nunca sus cualidades de superficie, vacías y aburridas. Narcotic Portrait es un retrato cansado y envuelto en un limbo inacabable, centinela de nuestras inseguridades.
*Obra no a la venta.
*Obra seleccionada por el Festival Proyector de video arte e imagen en movimiento.
Erick Miraval
La identidad en el siglo XXI se proyecta y distorsiona a través de espejos digitales, fragmentándose bajo las demandas de validación externa. En la sociedad del rendimiento, los individuos están atrapados entre lo que son y lo que deben mostrar, en un proceso continuo de adaptación y distorsión, reflejando la crisis del yo.
En Momento Divergente, el diálogo fragmentado y las miradas furtivas al móvil configuran un territorio visual en el que la identidad se pliega sobre sí misma. Aquí, la pintura se convierte en un campo de tensiones donde lo visible es un síntoma de desplazamiento y evasión. Las neurosis digitales, tan presentes en nuestra sociedad, se transforman en un diagrama que no representa, sino que traza las líneas de fuga de un yo escindido, en constante devenir, como una ecuación fractal de la angustia contemporánea.
Ciudadano materializa esta crisis identitaria en una figura que, lejos de representar al individuo moderno, lo desmaterializa en su huida hacia dentro a través de la pantalla. Este cuerpo, según Deleuze y Guattari, no es un sujeto fijo, sino un ensamblaje de flujos y fuerzas, un «grito implosivo» que expresa las múltiples posibilidades de desaparición en la vorágine de lo virtual. El ser deviene un campo de intensidades, atrapado en la velocidad del presente, una «bella catástrofe cotidiana».
En mi práctica, la pintura y la imagen no buscan ser representaciones, sino diagramas de tensiones, explorando la identidad no como algo estable, sino como un proceso constante de pliegues y desdoblamientos. Mis obras son síntomas de la crisis del yo en un mundo hiperconectado, donde lo virtual y lo real se entrelazan en una lucha constante por la legitimación y la existencia.
Melchor Balsera
Suelo utilizar soportes nada convencionales como, colchones de descanso, manteles de restaurante de papel y como herramienta un neumático, alejándome de los clásicos bastidores, brochas y pinceles. En esta serie, las pisadas de neumáticos del color negro le otorgan a la obra una mayor crudeza a los rostros, acentuando aún más las expresiones y muecas de los mismos que reflejan la situación político, social y cultural de nuestros días.
Tomándome como modelo, encontré en los rostros de las actrices de películas “X” una vehemencia vacía de sentimientos, que me dio la idea de vocalizar frases, textos, fragmentos de poesías y recortes de prensa, palabras que solo me limito a gesticular, siendo cronista por el momento de la actualidad.
Mi obra está llena de puntos de inflexión y cambios, el resultado es una constante experimentación con objetos cotidianos tomándolos prestados de su entorno habitual.
David Trullo
Desde el punto de vista científico, la idea de individualidad se está difuminando. Nuestro genoma está plagado de fantasmas del pasado, de los virus que nos infectaron y los de otras especies humanas con las que se cruzaron nuestros antepasados. Desde la llegada de la epigenética, sabemos que nuestro patrimonio hereditario, transmitido a nuestros descendientes, no es sólo la secuencia de ADN de nuestros cromosomas.
La paradójica frase de Rimbaud «je est un autre» (yo es otro) se utiliza a menudo en la creación artística para explorar la íntima relación entre identidad y alteridad. Invita a concebir el sujeto en su relación con los demás, así como repensar el lugar del otro en la construcción/ deconstrucción/reconstrucción del sujeto.
Esta instalación revisa la proposición a través tanto del ‘otro’ como de esos ‘otros’ propios que estuvieron, están o estarán dentro de nosotros, y que a veces reconocemos al mirarnos al espejo.
Atthram
En un mundo obsesionado con la perfección superficial, Atthram nos invita a ir más allá del reflejo y a explorar la verdad interna que a menudo queda oculta. A través de una serie de autorretratos, la artista utiliza sus propios ojos como un espejo introspectivo para revelar emociones y vivencias profundas que raramente se muestran. Esta selección de obras se convierte en una exploración honesta de la identidad, enfrentando tanto los aspectos esperanzadores como los más oscuros del ser, demostrando que los espejos nunca mienten; somos nosotros quienes decidimos no ver la realidad que reflejan.
Espejito espejito, no quiero ser la más bonita del reino, amplía el abanico emocional al abordar temas como el miedo a compartir el amor, el desarraigo, la disociación, el sentimiento de no pertenencia, y el refugio en la fantasía. Cada imagen es una invitación para que el espectador busque su propio reflejo y tenga el coraje de enfrentar lo que realmente se revela al mirarse hacia adentro. Atthram nos anima a mostrar nuestras imperfecciones y verdades interiores, sugiriendo que, al hacerlo, podemos encontrar una conexión más auténtica con nosotros mismos y con los demás.
Parafiliarte
Desde hace unos años la artista Parafiliarte trata de enfrentarse a la dismorfia corporal a través del autorretrato, con los llamados auto-no-retratos. La expresión a través del autorretrato muestra diferentes personajes pertenecientes al mundo queer; el mundo de la artista que se atreve a mostrar su mundo interior y el mundo que la rodea a través del objetivo de su cámara.
El maquillaje, las pelucas, los elementos recurrentes que aparecen en su obra se pueden ver en estas seis piezas que presenta. Se trata de tres autorretratos y tres espejos. Cada espejo tiene su retrato o cada retrato tiene su espejo.
En Opulence nos encontramos a una diva decrépita. Inspirada en un personaje de la película de Sorrentino, Fue la mano de Dios, ha querido rescatar a las señoras de alta clase adinerada, de la nobleza, que viven en la miseria rodeadas de un lujo marchito.
En Queer Riot vemos a la artista mostrando un perfil cuidado, bello, cubierto por un pasamontañas muy especial con pedrería y empuñando una pistola dorada. La lucha por los derechos, por la visibilidad no deja de tener glamour.
En Kid Club vemos un personaje duro. Bajo la influencia de LEIGH BOWERY, se muestra una mirada dura, un maquillaje casero imperfecto. Siguiendo la estela del hedonismo, del maquillaje y el bricolaje, podemos apreciar cómo a través de las líneas se juega con la androginia de los rasgos de la artista quien disfruta jugando con esta dualidad y la muestra con orgullo.
Abel Anaya
¿Alguna vez has observado o has sentido observada tu masculinidad?
A través de mis fotografías capto diversas representaciones sobre la expresión de la masculinidad, revelando su vulnerabilidad y la presión de conformarse a un ideal distorsionado.
Este proyecto invita al espectador a reflexionar sobre su propia identidad y a desafiar las expectativas impuestas por la sociedad, buscando un reflejo más auténtico y libre de su propia expresión de la masculinidad.
German Gómez
Mi proyecto artístico, en el que llevo más de veinticinco años trabajando, es un retrato, el retrato de mi vida. Un autorretrato a través del físico de otras personas. Por ello no puedo dejar de expresar mis sentimientos, mi vida privada, mi vida íntima, de una manera que no sea fotográfica, que no sea plástica.
Quiero que mis fotografías, piezas únicas, funcionen como dibujos, como esculturas. Que las fracturas, las teselas, las particiones en mínimas piezas de cada fotografía se conviertan en golpes de cincel. En brochazos pictóricos muy matéricos, en líneas dibujísticas creadas incluso con hilo. Y que con ello se pueda entrar en la interioridad del modelo, en la interioridad de mi vida, en un espejo en el que me reflejo.
Espero que estos retratos muestren una inmersión hacia el lado más íntimo y pasional del alma humana, a través de los rostros, cuerpos y figuras que forman parte de mi vida.
Iván Federico Wenger
Estos trabajos capturan la dualidad de la identidad moderna: la persona que somos en la vida real y la versión cuidadosamente construida que presentamos en el ámbito digital. Las piezas se llenan de símbolos que representan la autoexposición, la ansiedad y la constante necesidad de validación, mientras que la interacción con las redes sociales se convierte en un juego de espejos, donde la percepción y la realidad se entrelazan en un ciclo infinito de proyección y distorsión.
En las pinturas de Iván Federico, esta tensión entre lo real y lo ilusorio se intensifica. Federico establece una conexión entre la magia y el misterio, creando nuevos espacios llenos de símbolos y esoterismo realista. En sus obras, la calma y la tensión coexisten, reflejando la experiencia contemporánea de vivir entre dos mundos: el físico y el digital. De esta manera, Federico nos invita a reflexionar sobre la verdadera naturaleza de la identidad y la esencia de quienes somos, en medio de un universo saturado por la influencia omnipresente de las redes sociales.
Clara S. Prous
La obra de Clara.S Prous a explora de forma meticulosa la distorsión de la (auto)percepción en la era digital, el cambio de paradigma que nos ha supuesto en el tema de la privacidad y la identidad personal. Como se desentraña la disonancia entre la aparente vorágine de actividad y éxito proyectada en las redes sociales y la realidad más matizada y reflexiva. Hundidos en nuestro sofá observamos la vida de los otros a través de las redes sociales. Una vida descrita a mediante imágenes, una cuidada selección de fotografías que destilan éxito, hiperproducción y un buen rollo algo postizo.
Aunque sepamos que es una distorsión, que aquello que observamos no es real, algo en nosotros todavía se culpabiliza por no pertenecer a esa élite de gente feliz e hiperocupada. Cada obra pictórica representa un punto de vista subjetivo, similar a una cámara que selecciona cuidadosamente lo que captura, dejando de lado lo que podría considerarse mundano o carente de glamour, donde no vemos al autor del retrato, pudiendo en realidad, ser cualquiera de nosotros. Todo está orientado a un espectador imaginario, el cual pretendemos que sea un número infinito de personas.
Las imágenes capturan a individuos que, en ese momento “ellos mismos” consideraban dignos de ser retratados, aunque en retrospectiva, su presencia no resulta necesariamente excepcional o sus acciones tan significativas como pudieran haber parecido en ese instante.
A modo de conclusión, con TODO EL MUNDO ESTÁ HACIENDO COSAS MENOS YO QUE NO HAGO NADA, la artista está tratando de hacer algo. Texto de Marta Polo (2023).
Dafne Artigot
En esta serie de obras emerge una crítica mordaz y poderosa hacia la obsesión con la imagen y los excesos que proliferan en las redes sociales.
Estas obras, cargadas de colores intensos, líneas audaces y una estética que capta la atención de inmediato, actúan como espejos distorsionados de la sociedad actual, reflejando con ironía y sarcasmo la superficialidad y el hedonismo que se despliegan en nuestras pantallas.
Carol Solar
En estas obras, Carol Solar invita a jugar con la apariencia de sus personajes. En el caso de las pinturas, el juego consiste en adivinar qué muestran y qué esconden cada uno de ellos tras las miradas, las posturas, la vestimenta o la decoración. También, a modo de muñeca recortable, podemos diseñarle el outfit a una influencer postureando. Eso sí, en su ropero solo tiene modelitos de Shein estilo raxeta. Así como en el arte es siempre el espectador el que termina la obra, nuestra apariencia la termina de definir la mirada del otro.
Con un llamativo estilo pictórico que bebe del pop-art, del cómic y del cartoon, pinto escenas costumbristas que recogen la estética y la actitud del mundo actual, sugiriendo la verdadera identidad que se esconde tras la superficie de las relaciones, así como la creciente infantilización de nuestra sociedad.
Utilizando el humor y la ironía, me aproximo a los temas controvertidos que nos configuran como individuos y como sociedad: la comunicación, las relaciones, el miedo y la libertad. Detrás de cada obra, se esconde un mensaje de duda, de temor e incertidumbre, que cuestiona cuánto de verdad hay en la imagen que proyectamos. La frustración y la ansiedad de los personajes quedan camufladas tras sonrisas forzadas, plantas, mascotas, decorados y estampados de colores intensos y estridentes.